El próximo domingo 22 de octubre celebraremos la 97 Jornada Mundial de la Misiones (DOMUND), es el día en que la Iglesia recuerda y celebra la universalidad de su misión.
Este año se ha elegido el lema inspirado en el evangelio de los discípulos de Emaús “Corazones fervientes pies en camino” (Lc 24,13-35). Aquellos discípulos, como nos dice el Santo Padre en su mensaje para esta jornada del DOMUND, estaban confundidos y desilusionados, pero el encuentro con Cristo en la Palabra y en el Pan partido encendió su entusiasmo para volver a ponerse en camino hacia Jerusalén y anunciar que el Señor había resucitado verdaderamente. Estos discípulos nos invitan a recuperar la frescura original del Evangelio y a no olvidar que con Jesucristo siempre nace y renace la alegría, que nos impulsa a ser testigos del amor de Dios en todo el mundo.
Esta dimensión misionera que subraya el día del DOMUND, tiene una doble intención.
La primera, sensibilizar a toda la Iglesia ante el sufrimiento de un mundo necesitado de amor, de justicia, de paz y esperanza. A este respecto nos dirá Francisco: ¡Cuánta pobreza y soledad vemos en el mundo de hoy! ¡Cuántas personas viven en grandes sufrimientos y piden a la Iglesia que les sea signo de cercanía, de bondad, de solidaridad y de misericordia de parte del Señor!
La segunda, recordarnos que, en un mundo descuartizado por el fetichismo del dinero, la economía del descarte (una economía que mata) y la globalización de la indiferencia, no nos podemos dejar amedrentar; no nos podemos dejar robar la esperanza, sino que, como los discípulos de Emaús, tenemos que caminar junto a Jesús que nos pide que aceptemos la misión de proclamar el Evangelio a toda criatura y bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
No tenemos nada que temer porque contamos con la asistencia permanente del Señor Resucitado. Está presente entre nosotros y nos acompaña por medio del Espíritu Santo. Nos exhorta a estar alegres con Él y nos da la fuerza necesaria para resistir el desaliento y la angustia.
Es una urgencia, nos dice el Papa, la misión ad gentes, la misión que el Señor nos da de evangelizar a cada persona y cada pueblo hasta los confines de la tierra. Encargo que brota de la necesidad de que todos los hombres puedan recibir la Buena Nueva de la paz y de la salvación en Cristo y, al mismo tiempo, de la responsabilidad que todos los bautizados tenemos de abrir los ojos a los demás para que vean a Jesús.
Os invito a todos a realizar un signo de comunión con vuestra ayuda económica, y sobre todo os animo a orar insistentemente por los misioneros y las misioneras que están llevando a la práctica las palabras de Cristo en, lo que podríamos llamar, primera línea de la misión, es decir, allí donde todavía el Evangelio no ha echado raíces profundas y necesita ser proclamado en medio de dificultades y persecuciones; de un modo especial oremos por los que pertenecen a nuestra Diócesis de Canarias, porque hacen presente la voz y el amor efectivo de nuestra Iglesia en los diversos lugares del mundo.
Amadísimos hermanos, abramos nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo para que suscite en nosotros la generosidad para continuar la misión encomendada por Jesucristo a sus discípulos.
Un abrazo
afectuoso en María Nuestra Madre del Pino.
+ José Mazuelos Pérez
Obispo
de Canarias