Envío Misionero de Antonio Viera

Celebración de envío misionero, de Antonio Viera 

Ayer, fue un día importante y emocionante para nuestra Diócesis. Tras más de 15 años volvemos a celebrar el envío de un sacerdote diocesano, Antonio Viera, a la misión ad gentes. Y como decía nuestro obispo Mons. José Mazuelos, "tenemos que dar las gracias porque hay sacerdotes dispuestos a entregar su vida para seguir a Cristo. Somos una Comunidad misionera, todos somos misioneros con Antonio... él será las manos y la voz de esta Diócesis, en Venezuela."


Rito Misionero Antonio Viera


Desde la Delegación Diocesana de Misiones también le damos las gracias al Señor por abrir el corazón de Antonio a la misión y al anuncio del Evangelio junto a los más desfavorecidos de Venezuela. Que su generosidad y su ejemplo testimonio sirva para que muchos sigan su ejemplo y la misión ad gentes crezca entre los sacerdotes y laicos de nuestra Diócesis. 


Les compartimos las palabras que Antonio dirigió a toda la Comunidad que ayer se reunió, en la Parroquia Santa Clara, para acompañarlo en este envío a la misión ad gentes.


“El Señor ha estado grande con nosotros, 

y estamos alegres” (Sal 125) 


Este salmo ha estado resonando en mi interior en estos días, previos a la celebración diocesana del envío misionero. Realmente el Señor ha estado grande con nosotros, con nuestra diócesis, con toda nuestra iglesia diocesana. 


Y acompañado de una palabra, AGRADECIMIENTO, es lo que resuena dentro de mí. Agradecimiento al Señor-Jesús, y alegría profunda, porque “que me hizo capaz, se fio de mí y me confió este ministerio” (1Tim 1,12). Y ahora, en esta etapa de mi vida, me vuelve a llamar y me envía a la misión ad gentes. 


Agradecimiento a nuestra Iglesia diocesana, por la generosidad de compartir, desde su propia pobreza, lo que necesita para vivir, como la viuda de evangelio (Lc 21, 1-4), que depositó en el arca del templo lo que le era necesario para vivir, no de lo que le sobraba, en esto consiste el auténtico compartir. 


Gracias a los hermanos y hermanas de camino, que comparten esta alegría conmigo. Especialmente a mi hermana, Ángela, que sé que no le resulta fácil. También, reconozco, que con cierto desgarro interior, pero que no me quita la paz y la serenidad, pues la llamada a la misión es más fuerte y tira de mi vida; y así, me educa en aquella pobreza evangélica que tan bellamente describió Pedro Casaldáliga: 


No tener nada. 
No llevar nada. 
No poder nada. 
No pedir nada… 

… Solamente el Evangelio… 

¡Suplico esta gracia! 


Como ustedes saben, marcho a Venezuela, a la diócesis de Acarigua-Araure, en el Estado Portuguesa, diócesis que ya siento como propia. Voy con mucha ilusión y deseando ponerme al servicio de aquella Iglesia que peregrina en Venezuela, tan golpeada; acompañar al pueblo empobrecido que cree, sufre y espera; para entregarles el único tesoro que llevo: Jesucristo, colaborando al conocimiento de Él y a la evangelización de los pobres. 


Por último, un ruego, que he ido repitiendo en la despedida de las parroquias, pidan al Dueño de la mies que gaste mi vida con alegría, ilusión y entrega, sin condicionamiento alguno. Que sea un humilde y valiente servidor del Evangelio y del Reino. Yo rezaré por nuestra Iglesia diocesana y por nuestro presbiterio. Pues les llevo en el corazón. 

Que Él, el Señor, nos colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, para “construir un NOSOTROS cada vez más grande”. 


¡GRACIAS de corazón! 

Antonio Viera Rodríguez.