“ Y al ver a la muchedumbre hambrienta, SINTIÓ COMPASIÓN DE ELLA…”
A los tres días del terremoto de Ecuador.
El día sábado 16 de abril, cuando ya estaba anochecido, ( eran las 18,58 h.) cayó una terrible oscuridad sobre el Ecuador de la que miles de familias no consiguen salir de ella ni superarla.
Ya pasaron 72 horas desde que el terremoto sacudió las seis provincias del país que están mas al norte y junto al océano Pacifico; ya pasaron 72 horas desde que se derrumbaron cerca de 2.000 edificios y casi 20.000 personas quedaron sin hogar; ya pasaron 72 horas desde que muchísimas personas no pudieron escapar a la fuerza que se abatió sobre su casa o lugar de trabajo, derribándolo todo y quedando atrapadas entre los escombros, de ellas ya se recuperaron bastantes con vida, (milagrosamente hoy rescataron a cinco) pero ya van más de 500 fallecidas.
Hoy mismo impresionaban las imágenes en las que se veían a muchos bomberos y rescatistas rodeando un edificio en ruinas que fue hasta el sábado un centro comercial en Manta, todos en absoluto silencio y sin moverse para que pudieran escuchar la voz de un joven atrapado entre los escombros y ubicarlo: hoy para ese joven se hizo la luz, consiguieron sacarlo prácticamente ileso. Como milagrosamente en Portoviejo salieron ilesas 60 catequistas que estaban en una casa de encuentros; al comenzar el terremoto se iban cayendo las paredes de la sala, bajaron las escaleras y pudieron llegar a la calle. Esa terrible oscuridad también la están sufriendo tantas personas y familias que lo perdieron todo, absolutamente todo y están con sus hijos a la intemperie, en los caminos, en los estadios de fútbol, en aeropuertos cerrados, en la calle, bajo lonas de plástico y sin nada, esperando, pidiendo la ayuda que poco a poco les irá llegando.
Pero no todo es oscuridad. La mañanita del domingo en Quito y en otras ciudades del país, de la manera más espontánea, conforme iban llegando las primeras noticias del terrible desastre, se fue generando un movimiento ciudadano de solidaridad que sorprende, asombra y conmueve.
En estos tres días son miles y miles las personas que se movilizaron en apoyo de los afectados por el terremoto, llevando a los puntos de recogida, todo tipo de alimentos, agua, ropa, enseres para cocinar, cobijas, colchones, medicinas, herramientas, etc. Ayer las góndolas de los centros comerciales estaban vacías por las compras para los damnificados, en los supermercados estaban los carros llenos de comida a rebosar a la puerta, esperando a la camioneta que pasara a retirarlos y llevarlos a los lugares de clasificación, las farmacias también desabastecidas de muchas medicinas apropiadas para estas situaciones de emergencia. Se convirtieron en CENTROS DE ACOPIO las parroquias y capillas, las escuelas y colegios, las empresas y centros comerciales, ministerios y centros públicos del gobierno,…En estos puntos de acopio se pasan todo el día cientos de personas clasificando, ordenando, metiendo en cajas de cartón, en fundas todo lo que iba llegando. No solo los particulares se han volcado, también las instituciones, las empresas, con más medios hicieron lo propio.
Da la impresión de que todo el país no es que esté participando en un evento solidario dando de lo que le sobra, sino que le sale de natural ser solidario, mejor: SER COMPASIVO, com-padeciendo, con-sintiendo y sufriendo en carne propia lo que les está pasando a otros hermanos ecuatorianos, y una “compasión hasta que duela”, (como decía San Alberto Hurtado sobre la calidad del amor).
Por eso las imágenes de tantas personas compartiendo hasta lo que no tienen, tantas personas dedicando horas y horas, trabajando en cadena y con gran esfuerzo para que lleguen todos esos medios a los damnificados lo antes posible, a través de carros propios, camionetas, volquetas, aviones,…es un enorme fogonazo de LUZ, de ESPERANZA, de FUTURO NUEVO, DE CREER, CUIDAR Y PROTEGER TODA VIDA, ESTE PUEBLO TIENE FUTURO.
También cuánta luz están ofreciendo todos los voluntarios que están participando en las tareas de mover escombros, de repartir ayudas y buscar vidas, los médicos, psicólogos, los bomberos y rescatistas, (están trabajando cerca de 800 de 16 países) que vinieron a ofrecer sus conocimientos y experiencia, el apoyo de naciones hermanas y de otros países, la ONU,…todo será necesario y más, habrá que permanecer acompañando a este pueblo a reconstruir viviendas, tejido social, trabajo, infraestructuras,… en esas aldeas y ciudades: todo recién está comenzando.
Por todo esto y en este tiempo Pascual, estamos contemplando al Señor Jesús Resucitado iluminando la vida de su comunidad y abriendo un nuevo día, venciendo la oscuridad, y le escuchamos una vez más: “ Jesús al ver a la muchedumbre hambrienta y perdida, al ver al ciego, al ver a la viuda, al ver al asaltado del camino,…SINTIÓ COMPASIÓN y les dio la buena noticia, los curó, les dio la vida, sanó sus heridas y los cuidó en la posada toda la noche”, y ¡cuántos miles de samaritanos están curando y sirviendo en estos días en el país!. Damos muchas gracias a Dios Padre y Madre por este don que regaló a este pueblo ecuatoriano.
Josetxo Garcia.
Parroquia de la Inmaculada de Iñaquito.
Quito, 19 de abril de 2016
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