Día 18. Último día en Songo y comenzamos la operación retorno.
¡Buenos días desde Tete! Ya nos encontramos en la última etapa de nuestra misión en Mozambique, de vuelta a nuestro punto de partida en Tete, donde tuvimos nuestra primera toma de contacto con este maravilloso país.
Ayer, domingo, tuvimos nuestra última jornada en Songo, un día cargado de emociones y despedidas. Desde temprano, los rostros reflejaban la tristeza de saber que el adiós estaba cerca. Desayunamos juntos y nos vestimos de gala para una misa solemne, aunque no había ninguna solemnidad especial más allá de nuestra despedida. La iglesia estaba llena, más que de costumbre, con personas que querían despedirse de nosotros.
La Eucaristía fue una celebración africana en toda su intensidad: larga, divertida, llena de cantos, bailes y, por supuesto, algunas lágrimas al final. Casi tres horas de una celebración que se disfrutó de principio a fin. Todos los que compartieron con nosotros estas semanas, desde los jóvenes hasta los miembros del consejo pastoral, estuvieron presentes para decirnos adiós y desearnos lo mejor.
Después de la misa, compartimos un pequeño desayuno con aquellos más cercanos antes de emprender nuestro viaje de regreso a Tete. Durante el viaje, rememoramos los momentos vividos, las experiencias y los nombres de personas y lugares que se han quedado grabados en nuestros corazones.
Al llegar a Tete, los misioneros combonianos nos acogieron nuevamente. Cenamos juntos, acompañados también por el Padre Paco de Mukumbura, quien nos ayudó con el transporte. Hoy, nos preparamos para nuestro desayuno final con el obispo, don Diamantino, y cerrar así nuestra experiencia misionera en Mozambique.
Ayer también tuvimos la oportunidad de visitar a los cuatro sacerdotes del IEME (Instituto Español de Misiones Extranjeras) en Mozambique, incluyendo al padre Juan de Burgos. Fue un honor compartir con estas personas extraordinarias, verdaderos ejemplos de dedicación misionera.
Un agradecimiento especial al Padre Manolo, o Manolín como cariñosamente lo llamamos, y al Baba Alberto, quienes organizaron todo con tanto cariño y esfuerzo. Les pedimos a Dios que los siga cuidando y fortaleciendo en su misión.
Gracias a todos ustedes por leernos, escucharnos y seguirnos durante esta misión. Sobre todo, gracias por sus oraciones. Todo ha salido más que bien, y nos vamos con el corazón lleno de gratitud.
Un abrazo grande para todos y hasta la próxima.